Trujillo tiene en común ciertas características religiosas con el
resto de los pueblos venezolanos, y muy particularmente a los que comprenden
los estados andinos. El hombre trujillano, es por excelencia un hombre
espiritual. Su vida, pensamiento, sentimiento y actuación son en gran medida
condicionados por todo un cuerpo de significativos valores espirituales
arraigados internamente en cada ser como una forma más de identificación
cultural.
La religiosidad de este pueblo es su núcleo, es un acervo de
valores que responde con sabiduría tanto desde la fe cristiana como en las
respuestas profanas a las grandes interrogantes de la existencia y no se
encuentra conformada sólo por elementos
de carácter sacro, más bien es la asignación de cualidades espirituales a
rutinarias acciones y eventos individuales y colectivos; de esta manera se
disponen objetos, celebraciones y detalles, relaciones y sentimientos que
arraigados en las costumbres y tradiciones locales, son la bandera que
identifica al ser y sentir de quien nace, crece o se enclava en estas tierras
trujillanas.
Podrían citarse muchas maneras de representación de este común
elemento, donde se expresa que lo sagrado atañe a ciertos aspectos más que van
mucho más ala de lo religioso, de Dios.
Según Araujo
(1999)
Éste;
el ser trujillano, este es un juego de significados y simbolizaciones externas e internas, de lo ajeno y lo propio.
Para él es la sagrada cruz, la oración y
la iglesia, pero lo son también, la lluvia, el sol, las estrellas, la tierra,
los hijos, la cosecha, el amor, la madre, el sombrero, el bigote, la camisa, la
mesa, el fuego, el agua, el cuatro y el silbido, la palabra empeñada y el
compadrazgo. Un juego de participación constante de lesa dualidad cuyo sentido
se desplaza desde la celebración de cada una, en este sentido, para él son
sagradas las fiestas de Dios: misas, promesas, rosarios, velorios, alabanzas y
ofrendas. En ellas se extiende desde el
mismo horizonte la idea, la festividad de la alegría y del llanto, se confunde
lo sagrado y lo profano como una doble fuerza encontrada, contrapuesta y al
mismo tiempo íntimamente entrelazada. En ese festejar se entretejen la meditación
y el baile, la hostia y el alcohol, la risa, el llanto, el silencio y el grito,
el día y la noche, la vida y la muerte; puntos de partida para revelar su
presencia en el mundo.
VELORIO DE LA CRUZ DE MAYO
Se celebra el
tres (3) de Mayo organizada con la comunidad donde algunas casas colocan un
altar con una cruz vestida de flores naturales o artificiales, alumbradas con
una vela y rezan el rosario cantado y para culminar la celebración intervienen
músicos dando pie al baile, se brinda con bebida típica como la mistela y el
aguardiente y se come biscochuelo.
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